Forjando las relaciones
Además de recoger y ordenar la información relativa al niño o la niña y guardar registro documental y gráfico de los primeros momentos de su llegada al acogimiento, para que el trabajo de historia de vida pueda realizarse de manera efectiva es necesario programar unas sesiones de trabajo individual y directo con el niño o la niña donde se podrán en práctica las técnicas y recursos
de esta guía.
Es fundamental también que en estas sesiones vaya generándose poco a poco una corriente de confianza entre el niño o la niña y la persona acogedora a través de un contacto cálido, estable y predecible.
El momento más apropiado para iniciar estos contactos individuales y directos depende de cada caso y de cada situación concreta. Aunque lo más recomendable es empezar cuanto antes, no hay una regla que se pueda aplicar a todos los niños y las niñas y las familias.
Antes de empezar es imprescindible evaluar la situación inicial del niño o la niña y valorar si se encuentra receptivo y en condiciones de participar en estos encuentros o si debería esperarse un poco más.
Para iniciar las sesiones del trabajo de historia de vida hay que contar con la motivación y la participación activa del niño o la niña. Para ello, es importante informarle sobre lo que se va a hacer, animarle a participar y expresarle la importancia de este momento del proceso de acogimiento. Una manera de hacerlo es, por ejemplo, tomando decisiones con el niño o niña, pidiéndole su opinión acerca del momento de comienzo de los encuentros y dándole la debida relevancia a su criterio.
Crear una dinámica de encuentros
Para que el trabajo de historia de vida sea efectivo tiene que convertirse en una experiencia estable y predecible en la vida de los niños y niñas. Antes de iniciar estos encuentros es conveniente realizar una adecuada planificación previa. Para ello, tendremos en cuenta los objetivos que queremos conseguir con cada niño o la niña, los obstáculos que podemos encontrar y las necesidades y las características del niño o la niña.
A continuación, presentamos una propuesta orientativa teniendo en cuenta que cada familia podrá adaptarlas a sus circunstancias. Entre los principales elementos que debemos considerar en la planificación de las sesiones están su frecuencia, su duración y la elección del lugar donde se va a trabajar, la disponibilidad de niños, niñas y adultos y la preparación de material que vamos a usar.
Frecuencia
Es recomendable que entre sesión y sesión no haya un espacio temporal demasiado amplio. Este es un parámetro que puede variar en función de las circunstancias de cada caso y de la edad del niño o de la niña:
- De los 3 a los 6-7 años, los encuentros deberán ser más frecuentes (2 ó incluso 3 sesiones a la semana), para evitar el olvido y dar continuidad al trabajo con la sesión anterior.
- De 7-8 años las sesiones podrán espaciarse más en el tiempo (1 a la semana o incluso 1 cada 10 días), pues a estas edades han adquirido mayores capacidades intelectuales y de memoria que nos permiten distanciar los encuentros.
De todas formas, puede ser que algunos niños o niñas necesiten durante un tiempo una frecuencia más intensa y continua debido a su alta motivación o a su nivel de implicación emocional o, por el contrario, que necesiten un descanso o un respiro en un momento determinado antes de seguir con el trabajo.
Por lo tanto, lo más importante es ser flexibles y adaptarnos a las necesidades y circunstancias de cada niño o niña a lo largo del trabajo de historia de vida.
Duración
Lo ideal es establecer un tiempo específico para cada sesión en torno a una hora de duración, aunque también en esto conviene ser flexible y adaptarse a las necesidades de cada caso y cada momento a lo largo del trabajo de historia de vida. En algunos casos, aunque se haya cumplido la hora prevista, puede no ser conveniente finalizar la sesión de manera precipitada
cuando se están tratando aspectos relevantes para el niño o niña. En todo caso, la duración de las sesiones va a depender de una serie de factores como la edad del niño o niña, su motivación y su concentración durante las sesiones y el tiempo disponible tanto por parte del niño o niña como por parte de la persona acogedora
En función de la edad, la duración de las sesiones puede variar:
- De los 3 a los 6-7 años, los encuentros podrán tener una duración menor para mantener su concentración y evitar el cansancio y la distracción.
- De 7 a 8 años, debido al desarrollo de la atención y la memoria, así como el aumento capacidades para el procesamiento de la información, las sesiones podrán prolongarse durante más tiempo.
Explicando al niño o a la niña en qué consiste lo que vamos a hacer y animándolo a contribuir activamente, lo normal es que participe motivado y de buen grado en estas sesiones. Su interés y su motivación por la actividad pueden variar a lo largo de la sesión
y a lo largo de trabajo de historia de vida. Por ello, conviene no cansar a los niños y las niñas y tratar de mantener su interés y su motivación alternando actividades y contenidos. Lo que en ningún caso se podrá hacer es forzarlos, ya que obligarlos puede provocar el rechazo del niño o la niña a estos encuentros.
Debemos tener presente que cada niño o niña es diferente como lo son también sus circunstancias. Podemos encontrarnos con niños y niñas que necesiten sesiones más largas en determinados momentos o que necesiten sesiones más cortas para irse acostumbrando poco a poco a esta dinámica de trabajo.
La clave es la flexibilidad y la capacidad para adaptarnos a las necesidades y circunstancias de cada niño o niña a lo largo del trabajo de historia de vida.
Lugar
En la casa de la familia acogedora debería realizarse en un lugar donde el niño o la niña se sienta cómodo: su habitación, una salita,…
Lo importante es que sea un espacio amplio, con buena luminosidad y temperatura, con un mobiliario adecuado como mesas y sillas donde poder realizar las actividades y en donde, eventualmente, se pueda jugar o trabajar en el suelo. Debe tratarse de un lugar tranquilo donde no existan interferencias que alteren el desarrollo del trabajo de historia de vida.
En el caso de los niños y las niñas más mayores también cabe la posibilidad de hacer el trabajo de historia de vida fuera de este espacio siempre que desee conocer personalmente o volver a estar en determinados lugares que tienen un especial significado en su historia. En estos
casos, se pueden programar vistas y recorridos por estos lugares y recoger impresiones y hacer fotos que luego podrán ser incorporadas al libro de vida.
Materiales
El material más comúnmente utilizado en las sesiones es el que habitualmente se conoce como material escolar: lápices, rotuladores, papel y cartulina, pegamento y tijeras, etc. Para hacer algunas actividades puede ser necesario tener preparadas fotos, así como otros documentos u objetos. En la planificación de las sesiones conviene incluir el material que vamos a usar en cada una de ellas a fin de tenerlo preparado cuando vayamos a trabajar con los niños y las niñas.
El principal recurso para abordar el trabajo de historia de vida es el libro de vida. Por lo tanto, en la primera sesión, además de presentarnos y aprovechar para conocernos mejor, podremos empezar por personalizar el libro de vida y plasmar en él los datos de identificación y de nacimiento del niño o de la niña, tanto en el caso de que nos decidamos por crear nuestro propio libro de vida como si usamos Viaje a mi historia, el libro de vida que se facilita con el pack de acogida.
Disponibilidad de tiempo
- Los niños y niñas son los principales protagonistas de este trabajo de historia de vida y las personas acogedoras deben ajustar el horario de las sesiones a la disponibilidad de tiempo de los niños y las niñas. A partir de los 3 años, todos asisten al colegio, por lo que por las mañanas no será posible desarrollar este tipo de intervención. Además, hay que respetar el horario de realización de las tareas escolares y de juego.
- Las familias acogedoras, en cambio, tienen más flexibilidad a la hora de llevar a cabo las sesiones. Por ejemplo, los fines de semana ofrecen una buena oportunidad para que se produzcan estos momentos de encuentro sin prisas, ya que ambos pueden estar más tranquilos y relajados. Sin embargo, hay que estar atentos puesto que la mayor flexibilidad puede hacer que la frecuencia de encuentros se torne inconsistente e impredecible debido a la dificultad de encajar la actividad en los ritmos internos y sociales de la familia.
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