El vínculo paterno filial no sólo implica que los nuevos padres sean capaces de convertirse en una figura segura y confiable que sea capaz de cuidar y educar, sino que además y esto es adoptar en último término, filiemos a ese hijo de otros, que le hagamos de nuestra familia, que surja ese sentimiento de pertenencia mutua. Además de cuidar, proteger y educar, la adopción supone que filiemos a ese hijo de otros, que sea “uno de los nuestros” ya que llevará los apellidos de su nueva familia, lo que implica que se convierte en alguien que nos representa frente a los demás. Más allá del apego y del trato adecuado, en la adopción se tiene que dar en el niño un sentimiento de pertenencia que hará hijo al menor que en su día nos fue asignado (resumen sacado del artículo).
Autor: Juan Alonso Casalilla Galán
Edita: Blog Deseo y Razón
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