Consiste en elaborar un diagrama flujo donde se van colocando, en forma de cuadros en cuyo interior se puede escribir, los acontecimientos vitales más significativos del niño o de la niña en el orden temporal en que ocurrieron.
En el gráfico se pueden reflejar tanto los acontecimientos y datos objetivamente importantes (por ejemplo, nacimiento, acogimiento…) como otros que el niño considere importantes desde su punto de vista.
El primer casillero del flujograma debería ser el nacimiento del niño o de la niña y el último el momento presente y el resto de los casilleros intermedios deberán seguir el orden cronológico de su vida.
Obviamente, el número y el tamaño de los cuadros van a depender de los elementos que queramos introducir por lo que el flujograma final podrá ser más grande o más pequeño en función de ello.
Lo que se pretende es que el niño o la niña “atesore”una colección de recuerdos de su pasado (fotos, objetos, cartas, documentos, juguetes, etc.), de su estancia actual en acogimiento y de su relación con el personal técnico o familia acogedora, siendo el mismo niño o la niña quien va ayudando a completar la colección y a llenar poco a poco el cofre o cualquier caja.
La idea es que, con el tiempo, el cofre del tesoro vaya adquiriendo especial significación para el niño o la niña, llegando a convertirse en un recipiente para sus sentimientos, experiencias y recuerdos, recientes y antiguos.
Esta actividad se puede hacer con niños y niñas de todas las edades. Para adolescentes se pueden introducir variantes como colocar en el interior de la caja escritos y cartas de la familia acogedora o profesional y utilizar el cofre como un buzón de correspondencia.
La técnica está pensada también para que el niño o la niña recuerden el afecto y el cuidado que recibió de la persona referente (profesional o familia acogedora) con la que compartió todos esos momentos. Se trata de afianzar los recuerdos y las relaciones positivas a lo largo del acogimiento, de manera que esta caja y su contenido se conviertan en un símbolo de aspectos valiosos y positivos de sí mismo que el niño o la niña podrá llevarse consigo cuando se vaya del centro o cambie de familia.
Aunque el niño o niña no sepa lee los cuentos son un recurso que se puede utilizar a cualquier edad, ya que, puede ver los dibujos e ilustraciones e identificar a los personajes, mientras le leemos la historia.
Los cuentos o historias, a través de un relato construido y narrado en tercera persona, son muy empleadas en el trabajo de historia de vida porque abren una puerta a la comunicación sobre cuestiones relativas al acogimiento, pero sin la carga afectiva que implica hacerlo en primera persona. Estas narraciones permiten al niño o a la niña preguntar con mucha libertad sobre aspectos que le preocupan para luego construir su propia historia.
Una vez finalizada la lectura es muy importante preguntar al niño o niña qué ha entendido del cuento, los personajes que componen la historia, las situaciones que atraviesan o bien pedirle que realice un dibujo sobre el cuento y extraer conclusiones con el niño o niña.
Se pueden utilizar cuentos e historias dirigidas a niños y niña que tienen que afrontar los retos de la separación y del acogimiento o que se enfrentan a diferentes situaciones de adversidad. O cuentos que abordan temáticas de interés para el desarrollo positivo y para el trabajo de historia de vida como por ejemplo cuentos para no tener miedo, para ganar autoestima, para hacer nuevos amigos/as, etc. Puede ser también interesante utilizar libros con ilustraciones sobre diferentes temáticas que puedan interesar a niños y niñas (dinosaurios, deportes, animales, aventuras, astronomía, videojuegos, ordenadores, etc.) para compartir sus intereses, completar alguna información relativa a su historia o simplemente hacerle sentir reconocido y fomentar su motivación en las sesiones.
Este procedimiento ayuda a niños y niñas a entender que se puede querer a nuevas personas sin renunciar al amor que siente por las que ya forman parte significativa de su vida y de su historia.
Dadas las características del material que se emplea y la dificultad que puede representar para los más pequeños captar su sentido, esta actividad está especialmente recomendada para niños y niñas a partir de 7 u 8 años. La actividad consiste en:
Pedirle al niño o la niña que piense en todas las personas que son significativas en su vida.
Una vez que el niño o la niña haya identificado a cada una de estas personas, se adjudicará una vela a cada una, que, opcionalmente, podrán ser decoradas, pintadas o se podrá escribir el nombre de cada persona en ellas.
Se procederá a hacer una fila con las velas delante del niño o la niña. Se pueden utilizar velas de base ancha, ya sea redonda, cuadrada o de cualquier otra forma, para evitar que se caigan.
Le recordaremos que las velas representan a todas las personas que él o ella ha querido a lo largo de su vida.
Seguidamente, se coloca delante de la fila otra vela más que representa al niño o a la niña
Se enciende esta última vela y se le dice al niño o la niña que el momento de encender la vela representa su nacimiento, momento en el que venía con capacidad para amar a muchas personas.
A continuación, se enciende la primera vela de la fila indicando que esta vela representa a su madre que fue la primera persona a la que el niño o la niña quiso.
Después, y poco a poco, se van encendiendo las demás mientras se indica al niño o la niña quién representa cada una en función de las personas que han sido relevantes para el niño o niña (padre, hermanos/as, abuelos/as, otros familiares, vecinos/as, educadores/as, familia acogedora, familia adoptiva, etc.)
Entonces se le explica que mientras unas velas permanecen encendidas podemos seguir encendiendo otras y que eso significa que para querer a nuevas personas no es necesario dejar de querer a otras.
Por último, es importante pedirle que nos dé su impresión sobre la actividad y que nos cuente cómo se ha sentido. Eventualmente pedirle que haga un dibujo o una redacción de la actividad.
Es una técnica basada en la representación gráfica en la que se plantean los posibles trayectos que puede seguir la vida del niño o la niña con posterioridad al acogimiento actual y en función de su plan de intervención. Es útil para ayudarle a pensar sobre las distintas opciones que puede tener en un momento dado de su vida y para facilitar la transición y su adaptación a la nueva situación. También ayuda a crear
expectativas ajustadas y positivas sobre el futuro y para explorar las ideas y contar con la opinión del niño o la niña. La actividad consiste en representar gráficamente dichas opciones como caminos posibles.
La forma más común se hacer el camino basa en:
Presentar al niño o la niña el dibujo de un camino cuya base está segmentada con casillas, como ocurre en juegos de mesa como la oca o el parchís, para que las vaya rellenando con información, situaciones o acontecimientos de su vida hasta llegar al momento presente.
Una vez que el niño o la niña llega a través del camino al momento presente en el acogimiento, se le plantea qué posibilidades de futuro ve en su vida.
Se le anima a que dibuje estas posibilidades en forma de caminos. Puede dibujar varios caminos que conducen a diferentes destinos en función de la información que tengan sobre su plan de intervención y a sus propias expectativas y deseos (volver a casa, vivir con una familia acogedora, permanecer en el centro o ir a vivir a una familia adoptiva, etc.).
Analizar las diferentes etapas y circunstancias que se tienen que dar para llegar al destino final de cada camino y tratar las ideas, temores y expectativas del niño o niña en relación con tales posibilidades. Si de manera espontánea no incluyera un camino cuyo destino sea la alternativa de protección prevista, se dibuja un nuevo camino y se le anima a que lo considere.